La palabra átomo significa indivisible. Esto significa que los antiguos científicos creían que el átomo era la parte más pequeña de la materia, los pequeños ladrillos que formaban todo lo que veíamos y tocábamos. Por supuesto, en la actualidad sabemos que el átomo se compone a su vez de "piezas" más pequeñas tales como el núcleo (formado a su vez por protones y neutrones) y los electrones (las partículas que giran a su alrededor).
¿Qué hace que los protones, neutrones y electrones estén unidos? La respuesta corta y rápida es la Física. Diremos que, en condiciones estándar, las partículas del átomo estarán fuertemente unidas. Sin embargo, si introdujésemos o extrajésemos de este sistema atómico un neutrón, se desestabilizará todo. Este proceso de "romper los enlaces" se llama desintegración radiactiva. Dicha desintegración no es gratuita y produce una gran cantidad de energía en forma de ondas electromagnéticas o partículas que el ojo no puede ver, llamadas radiaciones [1]. A todo este proceso lo denominamos fisión nuclear y es el mismo proceso básico por el que se genera electricidad en las centrales nucleares.
Desde luego no todos núcleos de los átomos son igual de "rompibles". Por ejemplo el uranio 235 tiene la capacidad de absorber cualquier neutrón que choque él, lo que produce que el átomo aumente de peso, se vuelva inestable y inevitablemente se rompa en varios fragmentos liberando a su vez gran cantidad de neutrones. Cuando estos neutrones se absorben por los átomos cercanos de uranio 235 se repite nuevamente el mismo proceso de desintegración.
Esta energía que llamamos radiación penetra en la materia, arrancando los electrones de los átomos a través de un proceso que denominamos ionización. Por supuesto, dicha materia puede ser tejido biológico y puede dar lugar a alteraciones en las moléculas que componen los tejidos de los seres vivos, alterando la pieza fundamental de la vida: el ADN.
En definitiva, las radiaciones ionizantes proceden de la desintegración atómica que mediante partículas u ondas electromagnéticas de muy alta frecuencia pueden producir la ionización o, dicho de una forma más coloquial, la ruptura de los enlaces de un átomo que componen las partes más importantes de las células y los tejidos biológicos. Si bien es cierto que vivimos en un Universo (y por extensión en un planeta) radioactivo, lo que produce las alteraciones genéticas debido a este fenómeno no es el hecho en sí de que se produzca sino de la "cantidad de bombardeo que genera la radiación ionizante sobre el resto de átomos" o, dicho de otra forma más formal, la dosis de radiación recibida.
Referencias
[1] Consejo de Seguridad Nacional. (2021, 06 septiembre). Radiación ionizante [Recurso online]. Disponible en: https://www.csn.es
Para seguir aprendiendo
Jacob Sierra Díaz
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